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‘Un café pendiente’ para alimentar a quienes lo necesitan

La última entrega se realizó en la Obra de Jesús Pobre, hogar de paso para adultos mayores

‘Un café pendiente’ para alimentar a quienes lo necesitan
Con el ánimo de brindar alimentación a quienes lo necesitan, como habitantes de calle, adultos mayores, niños y población vulnerable, en la cafetería y restaurante Brown, del barrio Granada de Armenia, nació la idea de pedirles a los clientes que dejaran pago un tinto para luego entregarlo en la calle, ancianatos y otros lugares, estrategia conocida mundialmente como ‘Un café pendiente’.

 
El proponente fue Marcial Apablaza, responsable de la pastoral social para habitantes de calle de la diócesis de Armenia, y fue apoyado por Laura Camila Marín, dueña del establecimiento, y su familia.

El ejercicio se socializó durante 5 días y en los primeros 10 del proceso fueron 222 cafés que dejaron pagos los clientes.

Los administradores afirmaron que el 99% de las personas que van a consumir en este sitio acceden a la idea, que el dueño del supermercado ubicado en la misma cuadra regaló café para preparar y que otras personas llevan tostadas, galletas y otros alimentos para acompañar el café que se entrega en las calles.

Se han llevado alrededor de 200 a lugares como la Boca del Túnel, la calle 20 y a la obra de Jesús Pobre, cada entrega es de 70 o más bebidas.

El café que se le brinda a estos ciudadanos es recién molido, exactamente igual al que se vende en la cafetería, donde hay un tablero en el que se indica lo recaudado y lo entregado.

Además, desde el establecimiento afirmaron que ellos ponen los vasos en que es entregado, el transporte y otros elementos y que no han calculado cuánto representa este gasto, pues su misión es ayudar a quienes lo necesitan.

El objetivo de esta estrategia es que se todos los ciudadanos puedan aportar los $600 que vale cada café, así como tostadas o galletas para acompañarlo, y que otros establecimientos la implementen para brindar alimentación a más personas en Armenia.

Marcial Apablaza explicó que además de calmar el hambre a estas personas, lo que se busca es que pasen más tiempo relacionándose con la comunidad, pues cada hora que pasen dialogando es una hora en la que no consumirán estupefacientes, en el caso de habitantes de calle, y que esto es un gran logro.