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Fecha de viaje

Alguien se enamoró del Quindío y con razón.

Es imposible no enamorarse del Quindío.

Alguien se enamoró del Quindío y con razón.

Kim Goodman es una mujer muy activa y apasionada, tiene veintiséis años y vive su juventud sin ninguna restricción, pues dice en su español con mezcla de inglés que para dormir y descansar ya tendremos mucho tiempo. Ella viene de trabajar como cuidadora de aves en un zoológico en Estados Unidos su país natal, por eso no es difícil verla acercarse a todo tipo de animales que habitan en el Quindío para contemplarlos de cerca y tomarles una fotografía, cosa que muchos se abstienen de hacer por miedo o fastidio. Cuando Kim llegó a Colombia en el año 2015 estaba aquí para investigar acerca de las nutrias de rio en la región amazónica, al sur del país, en medio de su travesía escuchó hablar mucho de un destino turístico que era recomendado por casi todos los turistas y exploradores con los que se atravesaba, ``tienes que conocer el eje cafetero``, ``tienes que ir al Quindío``, ``tienen café por todo lado`` cuenta. Ella como buena aventurera y amante del café que es, se decidió a extender su visita en Colombia. Tan pronto terminó el trabajo por el que en un principio había llegado, armó su maleta y emprendió un viaje hacia el interior del país, específicamente al Quindío. No tenía ninguna expectativa de lo que iba a encontrar en tierras cafeteras, pues ella misma cuenta que prefiere dejarse sorprender y vivir los momentos tal y como se van presentando. Primero llegó a Génova - Quindío, pues tan pronto pisó tierra quindiana algún desconocido le sugirió que debía visitar este municipio y allá llegó. Allí vivió por cuatro meses, enamorada de las montañas, el clima, la gente y el paisaje, estuvo alojada en casa de una señora muy amable llamada Marta y  se hicieron amigas, ``ella siempre me daba los buenos días con un pocillo de café``, dice que acá no es difícil hacer amigos, ``los colombianos son muy amables``. Tenía la idea de conocer los doce municipios del departamento, viviendo al menos un mes en cada unos de ellos, el dinero no era problema, pues este viaje lo hizo porque tenía unos ahorros para sostenerse al menos dos años en Colombia y porque tampoco tiene problema en dormir en una carpa o un ``cambuche`` si hace falta. Ya ha recorrido todos los municipios y desde hace dos meses vive en una finca en Salento, un municipio al norte del departamento, donde se encuentra el Valle de Cocora y la palma de cera. Habla del Quindío como si fuera algo irreal, algo a lo que ella llama entre risas ``La Verdadera Tierra Prometida``, acá ha hecho buenos y nuevos amigos, colombianos y otros compatriotas suyos también enamorados de estas tierras. Desde que llegó al Quindío y gracias a doña Marta adoptó la costumbre de levantarse e inmediatamente prepararse un pocillo de café y compartir uno si está acompañada, cree que es algo que todo mundo debería hacer, levantarse y tomar café para empezar el día con energía. Cada que habla con sus amigos o su familia en el exterior no puede evitar hacerles la invitación a conocer el Quindío. ``Ellos deben venir y vivir la experiencia de coger café, estar en el campo, respirar aire puro y olvidarse de el ruido de la ciudad, al menos unos días``.

Pronto tendrá que devolverse a su país y quisiera que el tiempo se detenga para poder seguir aquí, dice que sabe que volverá y será para quedarse, también cuenta que el Quindío tendrá una embajadora en Estados Unidos contando como es vivir la vida en plena armonía con la naturaleza, despertar con el canto de los pájaros y tomar un delicioso café recién preparado al empezar el día.